'Dicen que el talento es algo innato, puede que sea cierto pero riégalo a diario o habrá muerto'

martes, 24 de diciembre de 2013

Puta Navidad.

Estoy  cansada de la parafernalia de la Navidad. Que sí, que es muy bonito ver las luces ya sea en las grandes ciudades o en un pueblucho perdido de la mano de Dios o respirar el espíritu de generosidad y de alegría por todos lados. Pero yo ya me he cansado de las cenas familiares, de los regalos, del arreglarte en vano, de preocuparte de que plato se servirá hoy en la gran comilona que luego en Enero te costará un mes de gimnasio para bajar dos días de no parar de comer que no sirven para nada. Bueno perdón sí que sirven, solo sirven para que te gastes el dinero y para estrechar lazos con la familia que el resto del año te da igual su existencia. Yo soy más conformista y caprichosa a la vez. Solo pido pasar una Navidad junto a él con un sofá y una manta. Lo prometo no pido más. No quiero regalos, ni vestidos fabulosos ni la falsa alegría que se intenta conseguir antes, durante y después de las reuniones familiares. Yo opino que la Navidad es para pasarla con las personas que realmente te hacen sentir tú y aunque los mayores lo sepan se empeñan en hacerte cenar con los típicos tíos que te importan una mierda y que no se acuerdan de ti el resto del año. Si todo el mundo alguna que otra vez se queja de esta época del año, ¿por qué se sigue celebrando? No lo entiendo porque las Navidades solamente te hacen recordar a los que faltan y suficiente nos lo recordamos nosotros mismos durante los días restantes como para tener que reunirte con veinte personas más para que te lo recuerden. Que no, que no, que yo estoy muy cansada de la Navidad. Yo solo quiero a mi chico especial, un sofá y una manta para no pasar frío. No quiero comidas despampanantes porque con una pizza me conformo, no quiero un vestido precioso ya que no hay prenda más bonita y cómoda que mi pijama y no quiero a veinte personas o treinta personas a mi alrededor haciéndome la pregunta de ‘¿qué tal el novio?’. Lo que yo realmente quiero es a él, que llegue el gordito de rojo y que nos pille abrazados durmiendo delante de la chimenea, que mi único regalo la mañana del 25 de Diciembre sea su beso de buenos días y que cuando pasen los días recuerde la Nochebuena con una sonrisa de felicidad verdadera y no con el sentimiento de no querer que lleguen las siguientes navidades.