'Dicen que el talento es algo innato, puede que sea cierto pero riégalo a diario o habrá muerto'

martes, 24 de diciembre de 2013

Puta Navidad.

Estoy  cansada de la parafernalia de la Navidad. Que sí, que es muy bonito ver las luces ya sea en las grandes ciudades o en un pueblucho perdido de la mano de Dios o respirar el espíritu de generosidad y de alegría por todos lados. Pero yo ya me he cansado de las cenas familiares, de los regalos, del arreglarte en vano, de preocuparte de que plato se servirá hoy en la gran comilona que luego en Enero te costará un mes de gimnasio para bajar dos días de no parar de comer que no sirven para nada. Bueno perdón sí que sirven, solo sirven para que te gastes el dinero y para estrechar lazos con la familia que el resto del año te da igual su existencia. Yo soy más conformista y caprichosa a la vez. Solo pido pasar una Navidad junto a él con un sofá y una manta. Lo prometo no pido más. No quiero regalos, ni vestidos fabulosos ni la falsa alegría que se intenta conseguir antes, durante y después de las reuniones familiares. Yo opino que la Navidad es para pasarla con las personas que realmente te hacen sentir tú y aunque los mayores lo sepan se empeñan en hacerte cenar con los típicos tíos que te importan una mierda y que no se acuerdan de ti el resto del año. Si todo el mundo alguna que otra vez se queja de esta época del año, ¿por qué se sigue celebrando? No lo entiendo porque las Navidades solamente te hacen recordar a los que faltan y suficiente nos lo recordamos nosotros mismos durante los días restantes como para tener que reunirte con veinte personas más para que te lo recuerden. Que no, que no, que yo estoy muy cansada de la Navidad. Yo solo quiero a mi chico especial, un sofá y una manta para no pasar frío. No quiero comidas despampanantes porque con una pizza me conformo, no quiero un vestido precioso ya que no hay prenda más bonita y cómoda que mi pijama y no quiero a veinte personas o treinta personas a mi alrededor haciéndome la pregunta de ‘¿qué tal el novio?’. Lo que yo realmente quiero es a él, que llegue el gordito de rojo y que nos pille abrazados durmiendo delante de la chimenea, que mi único regalo la mañana del 25 de Diciembre sea su beso de buenos días y que cuando pasen los días recuerde la Nochebuena con una sonrisa de felicidad verdadera y no con el sentimiento de no querer que lleguen las siguientes navidades. 

lunes, 28 de octubre de 2013

Perdida en sueños.

Mi vida es un aburrimiento aunque hay momentos en la vida en los que esta te sorprende. El otro día me levante para ir al instituto como un día normal, cogí el autobús como de costumbre y para variar a las ocho y media de la mañana entré a esa prisión verde que algunos llaman instituto. La gente es siempre la misma, los pasillos parecen todos iguales y las clases, las clases eran monótonas hasta que llegó aquella hora, la hora de Lengua con Ana Mariñosa.

Después de dar cierta materia, de la cual no me acuerdo muy bien por mi somnolencia, comenzó a leer una leyenda de Bécquer. Ella decía que era una historia muy conocida y que quería que hiciéramos una actividad con ella, por tanto la presté mi mayor capacidad de atención. Después de introducirnos un poco algunos conceptos sacó unos cuantos folios de su mochila marrón y comenzó a leer. Su voz no era la misma de cuando explicaba la lección ya que no estaba elevando el tono porque todos manteníamos un silencio sepulcral, uno jamás visto en mi clase. A pesar de que teníamos que tomar nota opté por apoyar mi cabeza sobre mi brazo en posición de ángulo de noventa grados como algunos de mis compañeros. La profesora llevaba un par de minutos leyendo con el mismo tono de voz y en clase no se escuchó ni a una mosca volar. Poco a poco notaba como su voz se metía en mi cabeza y era capaz de imaginármela a la perfección…

De repente me desoriento y no sé donde me encuentro. Solo sé que estoy en un salón rodeada de gente, gente que charla sobre almas en pena y la noche de los difuntos. Intento buscar a mis compañeros pero no los encuentro. Todo a mí alrededor es muy extraño. Todos visten con ropa lujosa de época sin embargo aquí estoy yo con mis vaqueros rasgados y mis deportivas. El salón es enorme aunque un pequeño rincón con una chimenea llama mi atención. “¿Quién será toda esta gente?” me pregunto, aunque no había forma de encontrar la respuesta. Me comencé a poner muy nerviosa hasta tal punto de que me castañeaban los dientes y no, no era por frío. Lentamente con pasos titubeantes me acerqué a donde dos muchachos estaban sentados. Antes de interrumpirles escuché lo que estaban diciendo y por lo que escuché eran familia aunque en el ambiente se respiraba amor. Cuando hubo un silencio algo incómodo al parecer intenté hablarles pero o no me escuchaban o me ignoraron por completo. Entonces me giré e intenté hablar con alguna anciana que estaba situada cerca de mí pero el resultado fue el mismo, nada. Definitivamente era invisible. ¿Cómo iba a saber cómo salir de allí si no sabía ni donde me hallaba? Los dientes me castañearon aún más y el frío de aquella sala empezaba a calar en mis huesos inquietos.
Ante mi desesperación intenté chillar para ver si alguien hacía el amago por lo menos de atenderme pero mis berridos se ahogaron de tal manera que no me quedo más remedio que escuchar lo que aquella pareja de jóvenes medio enamorados decía. Al parecer hablaban de un objeto que la muchacha había perdido y por ello usó una táctica femenina para hacer que el chico lo recuperara. Vi el miedo de ese chico en los ojos, aunque apuesto lo que quiera que si él me hubiera visto a mí, vería el doble de desesperación, ya no miedo sino desesperación.
Me senté en el sofá que aquel muchacho había dejado libre, al parecer ese chico se llama Alfonso y la chica Beatriz. La curiosidad era que me sonaba bastante esos nombres, pero bueno, no le di importancia. Intenté tranquilizarme pero el castañeteo de mis dientes retumbaba en mi cabeza y no me dejaba pensar. El frío en mi cuerpo aumentaba y no había manera humana de pararlo. O salía de allí o moriría a causa de un ataque de nervios porque todo eso era muy extraño.
Al tiempo de ver al muchacho marchar la chica se levantó y salió de la sala. Por curiosidad decidí seguirla para ver si podía encontrar una salida o por lo menos una respuesta. Mis piernas eran gelatina y de haber visto mis huellas parecerían marcas de pasos de una clase de bailes de salón. Estaba inquieta, aturdida, necesitaba salir de donde fuera que estuviera porque no hay peor sensación que no saber dónde estás ni a dónde vas.  Como pude seguí a la chica y con ella llegué a lo que parecían sus aposentos. Después de unas oraciones y de preguntarse dónde estaba su supuesto amado se acostó y yo me fui a la esquina de su habitación detrás de una cortina para cobijarme un poco. La cabeza me daba vueltas, quería chillar pero sabía que no serviría de nada, que simplemente se quedaría en gritos sordos.
De repente vi como Beatriz levantaba la cabeza de su lecho porque creo que las dos empezamos a escuchar exactamente lo mismo: un reloj daba las doce, unos perros ladraban y un conjunto de pasos y de ropas arrastradas se acercaban hacia la habitación donde ambas nos encontrábamos. Muerta de miedo decidí taparme la cara con la cortina aunque como se suele decir la curiosidad mató al gato. No logré ver nada la verdad pero escuchar sí que lo hice aparte de mi característico castañeteo que ya alcanzó el nivel de castañuela.

La mujercita parecía dormida pero yo solo pensaba en la manera de salir de allí. ¿El por qué? El ambiente de la habitación había cambiado, el aire se tornó frío y congelador pero distinto al que había en esa misma habitación hará un rato. Fue un frio que me paralizó y me dejó inmóvil. Cuando un poco de mi miedo se puso en pause fui capaz de echar un vistazo por la habitación iluminada tenuemente por la Luna. Y sinceramente no sé para que lo hice, lo único que conseguí fue que mis cuerdas vocales y mi boca no pudieran articular palabras a pesar de que nadie me hubiera podido ayudar. Vi como una especie de sombra que me resultó familiar dejaba una banda sobre la coqueta de la joven y de repente desapareció. Nada más ver eso cerré mis ojos y me tapé totalmente con la cortina para usarla como pañuelo para secar mis lágrimas. Nadie me escuchaba, nadie me veía, solamente me tocaba esperar a que la luz de un nuevo día se hiciera notar por la ventana de la joven, mientras tanto solo quedaba esperar.
Las horas se hicieron eternas para ambas como pude presentir aunque al fin la luz de un nuevo día apareció. Entonces pude escuchar como voces procedentes del salón anunciaban la muerte de Alfonso, el chico del salón. Antes de que me pudiera levantar del suelo donde pasé la noche Beatriz ya se había levantado y estaba estupefacta mirando la banda que se situaba encima de su coqueta. De repente apareció una mujer perteneciente al servicio de la casa pero para mi sorpresa no la llamaba a ella… ¡ME LLAMABA A MÍ! ¡PODÍA ESCUCHAR SU NOMBRE RETUMBANDO EN AQUELLA HABITACIÓN! Entonces…

Entonces abrí los ojos y levanté la cabeza de mi mesa y pude contemplar las carcajadas resonantes de mis compañeros de clase que me habían estado observando todo este tiempo mientras la profesora me llamaba a gritos. Efectivamente, me había dormido.

lunes, 21 de octubre de 2013

Lucha.

Te voy a contar la típica historia de chica conoce a chico y chico conoce a chica, con la única diferente de que nosotros no hemos vivido una historia normal. Esas historias típicas están hechas para las películas aunque siéndote sincera en el siglo XXI esas pasteladas influyen mas en nuestra vida de lo que nos creemos. Pues eso, ¿por dónde iba?, yo le conocí a él de la manera más extraña que te puedas imaginar aunque eso me lo guardaré para mí porque son de esas cosas que no se cuentan. Él en sí no era mi tipo de chico y por tanto no hubo amor a primera vista, ante todo hay que ser sincera pero la vida da muchas vueltas y nunca sabes dónde puede acabar tu mareo. Eso sí, sus ojos azules volverían loca hasta a la chica con la coraza más grande eso tenlo claro. Prosigo, los meses pasaban y pasaban y él siempre permaneció en un segundo plano pero sin dejar de ser vital para que mis prioridades estuvieran suficientemente bien. Pero entonces cuando mi mundo se torció un poco él se hizo de notar más. No sé si os habrá pasado pero él es esa persona que sin ser algo más que amigos te ofrece siempre un hombro para llorar y una sonrisa siempre que necesitas animarte. ¿Pero qué pasó? Que yo como persona humana que soy me enamoro, y justo me enamoré de aquella sonrisa. El problema fue conseguir demostrar a alguien que solo te ve como una amiga que puedes ser algo más después de mucho sacrificio, nervios y ganas de abandonar lo conseguí. No desistí porque cuando alguien te importa te da igual todo, solamente ves la meta y aunque sabes que tienes millones de posibilidades de fallar, sigues adelante. Sigues porque aunque lo que puedes perder puede ser más de lo que puedas ganas te ves capaz cuando la fuerza del amor me invade. Eso fue lo que me pasó a mí y aquí me ves, con la persona que yo quería que formara parte de mi vida de una manera más especial. Desde entonces no ha habido un solo día que no me alegrara de no haber desistido durante mi lucha, solamente se rinden los cobardes que no luchan con todas sus fuerzas, esos son los que pierden. Los meses siguen pasando y le quiero y le aprecio muchísimo más que el primer día que le besé incluso. Solo intento que día tras día sea feliz y sacar lo mejor de mí para dárselo a él. Parece que él a cambio me da momentos increíbles. Momentos que recordaré durante el resto de mi vida. Dicen que todo el mundo tiene un alma gemela o una media naranja, ¿pues saber qué? Que yo ya tengo la mía y si tú no abandonas también encontrarás la tuya. 

Olvidadas sensaciones.

Es triste saber que las sensaciones que viviste en ciertos momentos no se van a volver a repetir en tu vida. La sensación de tu primer beso con alguien, la primera sensación de libertad, la primera vez que haces algo a escondidas de tus padres, el primer cigarrillo, lo que sientes en tu primera vez o las sensaciones que te provocan tu primer ‘te quiero’ son cosas que sabes que solamente podrás experimentar a través del recuerdo. ¿Es triste verdad? Ver como se nos va la vida entre las manos como simple arena de la playa, esa impotencia de no poder hacer nada por aprovechar el tiempo. Solo te digo una cosa viejo amigo llamado tiempo, tú podrás hacer que momentos de mi vida se esfumen antes de que pueda darme cuenta pero yo también tengo que decirte una cosa. Tengo que decirte que aprovecharé el tiempo de la mejor manera que sepa, que no pienso arrepentirme de nada ya que lo hecho, hecho esta. Que tú a esta pequeña personita de 1,55 no la acobardas y que no permitiré que te lleves los mejores años de mi vida sin que yo haga nada, no señor, aprovecharé cada minuto porque ya tendré tiempo de perder esta batalla cuando mi nombre esté sobre una lápida. Hasta entonces esta batalla es mía. 

sábado, 28 de septiembre de 2013

Mi vida, una película.

Lo siento pero no soy esa clase de chica que busca una historia de amor perfecta, un amor de película o pretender ser una princesa Disney. Eso siempre lo he tenido muy claro ya que desde que me partieron el corazón lo mío ha sido ir de flor en flor y aunque muchos digan que es lo peor a mi me daba igual. Pero no sé, cierto día mi manera de pensar cambió. Toda mi teoría de que yo estaba hecha para ir en flor en flor se esfumó. “¿Por qué?” te preguntarás. Pues yo te respondo de la manera más sencilla: no es por qué sino por quién.  Entonces un día llegó esa persona, esa que te hace cuestionarte todo lo que conoces hasta el punto de estar confundida. Esa persona que te incita a buscar esas respuestas, respuestas que él tiene pero que eso tu no lo sabes hasta más adelante.
Desde entonces yo no soy la que era, muchas veces ni yo misma me reconozco cuando me miro al espejo. Pero eso me encanta, soy diferente, él me hace mejor persona. Él me ha demostrado que a veces escenas de la vida real pueden darle mil vueltas a las cosas de las películas, que no todo tiene que ser totalmente perfecto ya que la imperfección también tiene su encanto. Con él siento que todo va a ir bien, que nada puede fallar si él me protege. De pequeña me hubiera encantado ser una princesa como Blancanieves o Cenicienta, pero ni tengo siete enanos ni una madrastra, pero él me hace toca el cielo como Aladín con la alfombra o hacer lo imposible para no perderle como hizo la Sirenita.
Solo tengo que decir que cuando has encontrado a la persona adecuada simplemente piensas que tu historia es hasta mejor que tu película favorita. 

miércoles, 10 de abril de 2013

Los recuerdos no dañan.


Darle al play a esa canción especial. Cerrar los ojos. Recordar momentos felices. Suspirar, es decir, expulsar el aire que nos sobra por la persona que nos falta. Que te entre ganas de llorar. La canción termina. Abrir los ojos y que una lágrima caiga. Si te ha pasado enhorabuena porque eso significa que has querido a alguien de verdad pero a la vez lo siento mucho porque si has llorado significa que tu persona especial no está en tu vida al igual que la mia también desapareció.
Esta situación se me ha repetido durante días, semanas y quizás algún que otro mes y es muy triste. Porque no lloras porque la has perdido, lloras por la impotencia que te da no poder retroceder el tiempo y pararlo en aquel instante tan, tan, tan,  perfecto. Ese instante que ha quedado grabado en tu memoria. Entonces pasan los meses y te das cuenta de que el momento y la persona ya conviven contigo, ya forman parte de ti.”Los días pasan y los daños pesan y los labios que no se besan no regresan” como decía aquella bonita canción, los días pasan y tu ya dejas de escuchar esa canción por no hacerte daño a ti misma y no volver a llorar.
Siguen pasando los días y los días hasta el punto de que ya se te olvida la canción porque ha llegado otra persona. Otra persona que te aporta una nueva canción y un nuevo momento para recordar y entonces es cuando tienes miedo porque sabes que ese momento algún te hará daño, pero eso ahora te da igual y solo quieres vivirlo para que no te vuelva a pasar lo de la primera vez.
Pero luego llega el día… llega el día en el que estás en el tren, el coche, en tu habitación estudiando o simplemente caminando sola por la calle cuando en tu Ipod comienza a sonar esa canción y tu inconscientemente comienzas a cantarla. Y cuando ya te das cuenta de lo que haces te paras en seco,  te quedas estupefacta y a continuación una sonrisa brota.  Ese instante es en el que te das cuenta de que esa canción, ese momento y esa persona son inofensivos, ya no hacen daño. Ya los cambiaste por otros, bueno en realidad no los cambiaste, simplemente maduraste y con el tiempo te diste cuenta de que los recuerdos no están para hacernos daños, los recuerdos están para recordarlos con una sonrisa y no con una lágrima en los ojos. No lo olvides.

martes, 19 de febrero de 2013

Planes de futuro.

Me gustaría saber donde se han quedado estas palabras que se grabaron a fuego en mi cabeza el día que me las dijiste: 'Pequeña, quiero que seas la definitiva y con la que pase el resto de mis días. No quiero salir de fiesta y liarme con ninguna ya que teniendo a una princesa no voy a perderla por una cualquiera. Quiero que el tiempo pase y sigamos juntos. Quiero que seas la que me escriba un whatsapp de buenos días durante años y aun así jamás me canse de leerlo o la que por mucho que me diga te quiero siempre suene como la primera vez. Quiero que el tiempo pase lento para poderlo aprovechar y hacer locuras a tu lado. Que pase lento para llevarte al cine, a cenar, pasar los domingos juntos bajo la manta, darnos un beso bajo la lluvia, salir con nuestros padres o suegros, ir a eventos familiares de esos que me hagan pasar mucha vergüenza... Quiero que nuestro amor jamás se desgaste. Quiero ir a mirar pisos contigo para por fin vivir juntos, pero antes de eso irnos a tatuar los dos nuestra fecha especial en la muñeca. Quiero verte al fondo de una iglesia vestida de un blanco que me deslumbre y que vayas a acompañada de tu padre y que este me siga dando el mismo miedo y respeto que la primera vez. Quiero que me digas 'sí, quiero' tan alto que hasta en China lo escuchen, además de que me des el mejor beso que me has dado jamás mientras la gente grita: '¡Que vivan los noviooooos!' y que aparezcan miles de flashes a nuestro alrededor para inmortalizar el momento. Quiero que nos vayamos un mes de viaje de novios a una isla perdida de la mano de Dios para que nadie nos moleste y poder disfrutar del uno del otro. Quiero que después de eso tener nuestro primer hijo y vivir el bonito momento de sentir una patadita en tu tripa para sentir que por fin tenemos un fruto de nuestro gran amor. Quiero ver como nuestra pequeña criatura crece y con los años contarle nuestra preciosa historia. Lo último que visualizo en mis planes de futuro contigo es un porche blanco con un balancín los dos juntos, agarrados de la mano. Imagínatelo, ¿no te gustaría esa imagen? Esa imagen de los dos sentados en un porche después de 50 años casados mientras te digo que ya has visto que has sido el amor de mi vida y siempre lo serás. Y que a continuación mientras nos damos un beso de esos que nos dan los abuelos vengan nuestros nietos y nos digan que les sorprende ver un amor tan puro después de tanto tiempo juntos ya que pocos han sido los afortunados que han acabado con su amor de la adolescencia. Por eso pequeña te digo que aunque no estuvieras en mi pasado del todo, quiero que seas mi mejor presente y mi mayor futuro. Te quiero'. Y cada vez que intento buscar donde se quedaron estas palabras no encuentro respuesta. Pero claro, el problema no es ese, sino que no tuvimos en cuenta una cosa. La cosa es que con 15 años la vida no se planea, la vida se vive.

domingo, 17 de febrero de 2013

El reencuentro.

Hoy por fin nos hemos vuelto a ver en el camino de la vida. Durante todo este tiempo he estado pensando cómo sería el reencuentro. ¿Sería agradable? ¿O incómodo?, ¿Frío o sentimental? ¿Se notarían las cenizas de ese amor que tanto nos abrasó? No puedo describir con palabras lo que sentí al verte, pero estoy segura de que ya no se le podría llamar amor. Fue como ver a un simple amigo que llevabas tiempo sin ver, solo que tu y yo no somos amigos normales, nosotros somos amigos con recuerdos pero eso no cambió que te dejase de ver como a un amigo. Yo pensaba que cuando nos volviéramos a ver cada uno ya había encontrado a esa persona que nos volviera a hacer felices, pero no fue así. Estábamos solos, sin acompañantes a nuestras respectivas derechas. Tú cuando me viste andar dudabas si tomar un atajo para intentar no verme, pero tú no eras consciente de que el destino algún día nos volvería a unir ya que lo hizo una vez. Fue extraño verte entre toda la gente que me acompaña en este camino. No sabía si saludarte o no, si preguntarte qué tal o ni si quiera mirarte. Aunque estabas dentro de mi vía no querías acercarte ni a cinco metros de mí, eso me dolió pero a la vez me dio igual. Entonces me dije a mí misma: “Sara, eres fuerte. Sonríe. Demuéstrale que te ha ido bien durante todo este tiempo. Que has conseguido madurar y aprender a vivir con su recuerdo ya que olvidarlo del todo es imposible. Saca esa bonita sonrisa de princesa que tienes para que vea que nada ni nadie te puede hacer caer. Ahora que estas con él ríe lo más que puedas y lo más alto que tu garganta te permita, aunque alomejor en casa te mueras del dolor. Tienes gente maravillosa a tu lado que puede ayudarte a no perder el equilibrio si tropiezas. Sonríe, eso les jode ¿recuerdas? PUES YA SABES LO QUE TIENES QUE HACER. Además un día sin sonreír es un día perdido y el tiempo no está para perderlo, esta para aprovecharlo.”  A continuación vi como poco a poco te ibas acercando con precaución hacia mí ya que el camino se iba estrechando a posta para que tuviéramos que hablar. Te acercabas como si yo fuera una leona asustada y furiosa que pudiera atacar si se viera acorralada, pero mis intenciones eran claras y puras. Acabaste estando en el mismo metro cuadrado que yo, eso me dejó más estupefacta todavía. Entonces comenzaste a hablar conmigo, dejaste la precaución a un lado ya que viste que era inofensiva e intentaste vernos como los amigos que tenemos que ser, pero ya no por nosotros sino por el resto. El camino continuaba y nuestro encuentro parece ser que ya iba a llegar a su fin. No hubo despedidas con miradas como yo tanto me imaginaba, pero estaba contenta porque por fin te había visto y sabía que estabas bien, que tú continuabas tranquilo. A cada paso que dábamos éramos conscientes que era un paso menos que nos quedaba de estar juntos. Entonces allí a lo lejos se avistaba una línea que ponía meta. La meta era el final de este reencuentro juntos. En la despedida no hubo grandes miradas de “te echo de menos” sino que eran miradas que decían más bien: “Me alegro de haberte visto y saber que estás bien. Me alegra también saber que podemos pasar un rato del trayecto juntos sin que haya demasiadas tensiones. Nos ha costado arrancar pero creo que la próxima vez que nos veamos, en el caso de que haya próxima, irá mejor desde un principio. Mientras tanto cuídate pequeña criaturita que si la vida decide volvernos a juntar que se encargue ella. Un besito muy grande”  Entonces cada uno continuó a su paso ya que ya no estábamos obligados a permanecer juntos. Ahí fue cuando comencé a reflexionar y me di cuenta de que a las cenizas ya se las pueden tirar a la basura, el fuego se terminó. Me di cuenta de que ya no te quiero tanto como para volver a comenzar una historia juntos y sé que tú opinas lo mismo. ¿Pero a qué no sabes que fue lo que más me gusto de la tarde? Ver en tus ojos que conseguí mi objetivo, llegar a hacerte feliz los días que estuvimos juntos.

martes, 12 de febrero de 2013

Puto San Valentín.

¿Sabes lo que más me jode ahora mismo? Que llegue el 14 de Febrero. Sí, has leído bien. Me jode pasarlo sola, aunque en realidad jamás he pasado un San Valentín acompañada. Pero me jode pasarlo sola porque San Valentín es el día de los enamorados y cariño tengo que decirte que tú y yo lo estábamos. Solo había que vernos cuando estábamos juntos ya que sobraban las sonrisas y teníamos en la mirada ese brillo tan conocido como “primer amor”. Pero lo que más más más me jode es pasar el resto de los días sola. Al fin y al cabo esa fiesta está hecha para que la gente ingenua se gaste el dinero, ya que si tú quieres a tu pareja se lo demuestras los 364 días restantes, y se lo demuestras con hechos, no con regalos. Te echo tanto de menos que dejaría el orgullo y la vergüenza por robarte un beso el día que te vuelva a ver. Lo haría solamente para que durante ese segundo me volviera la calma que reinaba esos días que estábamos juntos. Lo haría para demostrarte que todo lo que te decía en esas horas de conversaciones no era mentira, y para que fueras testigo de que tu meta de grabarme el 38 a fuego lento se ha cumplido. Lo haría para que mientras tú me olvidas poco a poco, yo solamente te sigo recordando más y más. Lo haría porque te echo de menos y haría lo que fuera por una segunda oportunidad contigo, para poder corregir todos los errores que cometimos juntos, para demostrarte que fuimos la pareja perfecta aunque la situación era la equivocada, lo haría para no asimilar todavía que he perdido a la persona que tanto he amado.  Por eso yo para San Valentín no desearía ni una rosa, una pancarta, unos bombones, un collar, ni un osito de peluche, ni un cojín con nuestra foto o piruletas de corazón ni un cd con la banda sonora de nuestro amor,  yo lo único que deseo es que me des la posibilidad de amarte todos los días que nos queden de vida. Pero solo faltan dos días para San Valentín y para no romper la tradición lo pasaré sola…

miércoles, 23 de enero de 2013

Querido amor de la adolescencia.

Querido tú:
Querido amor de la adolescencia, aun pienso en ti y te echo de menos.  A día de hoy y aunque hayan pasado ya 20 años desde que lo dejamos, te sigo echando de menos. Si sí, lo has leído bien, TE ECHO DE MENOS. No ha habido día en todo este tiempo en el que no haya pensado en ti. Hace años que no sé nada de ti, y eso me preocupa. No sé si estarás casado o soltero, si estás viviendo aquí o allí, si te acuerdas de mí o no. Solo sé que yo sí lo he hecho. Te cuento. Cuando lo dejamos intenté retomar mi vida lo mejor que pude, pero no me fue fácil. ¿Qué si lloré? Monté el Océano Atlántico en mi habitación de la casa de mis padres. Con el tiempo aprendí a vivir con tu recuerdo, pero aquella canción que me compusiste no se me ha borrado de mi mente todavía. De hecho, la guardo en mi corazón y en mi antiguo diario como el más valioso de mis tesoros. Yo continué mi camino intentando no cruzarme con el tuyo y aunque hubo veces que casi es inevitable supe llevarlo lo mejor que en esos momentos sabía y podía. Estoy casada. Ya sé que a ti eso del matrimonio nunca te convenció lo suficiente, pero yo encontré a alguien que tenía las mismas ideas que yo. Es un hombre maravilloso. Si le hubieras conocido te hubiera caído bien, estoy segura. Conseguí  cumplir mi sueño de publicar mi novela de “Caminemos bajo la lluvia”. Si te apetece puedes leerla ya que te verías reflejado en algunas de las situaciones. ¿Por qué será eh? Jajaja Tú me inspiraste en su día y creo que ese fue el motor que me catapultó a donde he llegado a día de hoy. Tengo una hija. Supongo que ya sabrás como se llama ya que espero que no hayas olvidado la conversación esa que tuvimos en el banco sentados. Esa en la que te dije que la hija que yo tuviera se tenía que llamar Lidia. Ese sueño también se ha cumplido, pero esa hija no es en común como aquel día planeamos. Ese día hablamos muchas cosas y ninguna de ellas se ha cumplido, que ironía. Ahora que tengo la suficiente madurez para mirar todo desde un punto de vista te digo que tuvimos muchísimos errores. Pero bueno éramos críos y estábamos equivocados sobre la idea del amor. Aunque todavía sigue doliendo ver como con el que comparto mi vida no eres tú. Pero como he dicho, éramos unos niños. Unos niños que pensaban que por darse dos besitos en un parque iban a prometerse amor eterno, que pensaban que solamente con luchar valía, que pensaban que el tiempo no les afectaría a ellos… Pero esos dos niños ya han madurado y con veinte años más a la espalda han comprendido que los amores de la adolescencia no tienen porque ser todos eternos porque si fuera así nunca conocerías a otras personas.  Por cierto cuando conocí a otros chicos los comparaba siempre contigo y no sé por qué. Quizás porque tú fuiste el primero que me trató como una reina. Pero eso ya da igual, ya son recuerdos. Solo quería decirte con esta carta que no te voy a mandar que me acuerdo de ti, aunque tú no te lo creas. Y quería darte las gracias además por hacer de mí lo que soy ahora mismo. 

Allá donde estés quiero decirte que te amé como no estaba escrito.
Posdata: Tengo ganas de verte y que sepas que ese color rojo va conmigo siempre.
Adiós.

domingo, 20 de enero de 2013

Nadie lo dice, pero yo lo sé.

Nadie habla de los que pasa después de un buen amor. Nadie habla después de lo que pasa después de ese primer y gran amor. Nadie habla de los efectos secundarios que deja en nosotros el amor. Nadie habla del vacío que te deja esa persona, nadie habla de la impotencia de que cuando la veas nada podrá ser como antes, de lo mal que te sientes cuando lo dejas, de lo que duele ver todas esas promesas en el cubo de la basura, de lo que duele pensar en que todo lo que has vivido solo es un simple recuerdo que solo podrás repetir en tu cabeza, de la nostalgia que sientes cuando hablas de esa persona. Nadie habla de los sentimientos que se quedan en el alma y se clavan muy dentro. Nadie habla de las ganas que nos quedan de mas besos, abrazos, caricias, momentos bonitos o de sentir esas maravillosas mariposas en el estomago. Nadie habla de lo mucho que se puede llegar a llorar por el dolor que si siente al haber perdido a la persona que más has querido en tu vida. Nadie habla de los quebraderos de cabeza que se tiene cada noche al no saber que estará haciendo esa persona, ¿¡qué digo cada noche?! , quiero decir cada puto segundo del día, da igual cual sea, siempre te haces las típicas preguntas. Las típicas preguntas de “¿qué estará haciendo?”,” ¿estará pensando en mi?”,” ¿se acordará tanto de mí como yo de él?”,” ¿me echará de menos?”, “¿habrá encontrado ya a una chica que le haga más feliz de lo que le hice yo?” o… “¿me seguirá queriendo?”. Pero tampoco nadie habla de lo mal que se pasa al no saber ni una jodida respuesta, ese malestar de vivir con esa incógnita. Nadie habla de las veces que puedes mirar sus perfiles de las redes sociales después de lo ocurrido y ver como ya no eres tú la protagonista de sus actualizaciones, eso sí que duele, o su foto contigo y que al verla digas:” Joder, ahí que felices éramos. Ahí teníamos el mundo a nuestros pies. Ahí todavía nada había ocurrido, ahí todavía pensábamos que lo nuestro no tendría final. Pero mírame ahora, mirando la foto ahora mismo yo sola mientras lloro en mi cuarto, desgarrada por el dolor que siento en mi pecho. Ojalá ahora mismo pudiera revivir el momento en el que nos hicimos la foto. Cuando todo era perfecto. Cuando todavía nos queríamos. Cuando éramos un nosotros, no como ahora, que simplemente somos un tu y un yo separados. Cuando nos hicimos esa foto todavía podríamos sobrellevarlo con normalidad, cuando nos hicimos esa foto salgo sonriendo porque no podía parar de sonreír porque estaba a tu puto lado, estaba en el paraíso. Daría lo que fuera por volver a vivir ese día, bueno en realidad, daría lo que fuera por volver a vivir todo y cada uno de los días que pasé a tu lado… Pero ahora ya no estás…” Y mientras dices todo esto, que las lágrimas no paren de brotar de tus ojos, porque todo esto duele. Pero nadie sigue sin hablar del primer aniversario que pasas tú sola junto con el montón de recuerdos que invaden tu cabeza. Nadie habla de lo que se siente cuando vas a besar a otra persona que no es la misma a la que tú amabas. Ese sentimiento tan extraño que sientes cuando sabes que todo lo que vivas no tendrá la misma emoción ya que ya lo viviste antes. Nadie habla de lo que te rayas porque cuando intentas pasar página una ráfaga de aire viene y vuelve para atrás el libro y los recuerdos florecen de nuevo y te hacen daño, porque lo que antes eran rosas bonitas ahora se han convertido en espinas. Nadie habla tampoco de cómo poco a poco después de todo este dolor un foco de luz sale a renacer. De cómo todos los efectos secundarios ya no importan porque has vuelto a ingerir esa droga, esa droga proporcionada por otra persona, esa droga llamada amor. Que provoca una ceguera emocional y que se te olvide todo el sufrimiento que pasaste en la anterior resaca. Pero sobretodo, sobretodo, sobretodo, nadie habla de cuando llega esa nueva persona y te preguntas a ti mismo: “¿y si este sí que es el verdadero amor de mi vida?”