'Dicen que el talento es algo innato, puede que sea cierto pero riégalo a diario o habrá muerto'

jueves, 5 de julio de 2012

Chapter number twenty:


No puedo creer que después de haber venido hasta aquí caminando bajo la lluvia no sea capaz de demostrar mis sentimientos a la chica que amo. La siento tan cerca y a la vez tan lejos… Esta tan solo a unos metros de mí y sé que puedo estar a milímetros si me lo propongo, pero mi cuerpo no reacciona. La Mimi que veo no es la misma chica frágil que pedir salir aquel 23 de abril. Ha cambiado tanto desde que lo dejamos hará tres semanas… Siento que no podré hacerlo porque no querrá ni verme en fotos después del daño que la he hecho, pero también siento que si no lo intento no podré estar bien conmigo mismo. Necesito saber que va a pasar con lo nuestro si se va a París, necesito saber si todavía queda alguna chispa del amor que tuvimos y que por mi parte sigo teniendo, necesito sentirla cerca de nuevo, pero sobretodo necesito decirla lo que siento antes de que este a cientos de kilómetros de mi. Decidido, no me puedo quedar con la duda. Necesito llamar su atención. Pero… ¿cómo?

No me puedo creer que esté enfrente de mi casa. No, no… Esto no puede estar pasando… ¿Qué pretende hacer? Porque no me creo que esté delante de mi casa, encima lloviendo, por el amor al arte. ¡Dios! ¡Esto no me puede estar pasando a mí! Haber, haber Miriam, céntrate y no lo pienses más porque si hubiera querido algo, ya lo hubiera hecho… Lo mejor es que cierre la ventana y me dé una buena ducha y que lo tenga que venir, ya vendrá…

¡Ya sé! Tiraré alguna chinita que haya por el asfalto a su ventana, en plan película de Disney. Joder… soy patético al pensar que una piedra pueda llegar a una ventana tan alta. Además la luz de su cuarto está apagada, asique se habrá marchado a otra parte de la casa. Esto es deprimente porque quiero sorprenderla pero la presión me puede y no puedo pensar. Es que llamar al telefonillo es muy simple y muy cutre… ¿¡SE PUEDE SABER QUE HAGO?!

No puedo dejar de mirarle por la ventana de mi cuarto mientras da vueltas sobre sí mismo. Está nervioso, lo sé. Le conozco demasiado bien hasta para decir que no se aclara porque tiene dos opciones y no sabe por cuál decantarse. Es alucinante lo que le he podido llegar a conocer, y ¿para qué? Para nada. Pero eso da igual. ¡Dios! ¿Por qué no puedo dejar de mirarle a través de la ventana de mi cuarto?

Sigo sin poder pensar. Los nervios me pueden y  más en esta situación, que como no actúe pronto todo lo que he conseguido se irá a la mierda definitivamente. ¡Joder Samuel! ¡Es Miriam! ¡Ataca! ¿Pero qué te pasa? ¿No estabas tan dispuesto a decirla lo que sientes antes de que sea demasiado tarde? ¡Pues venga no pierdas más el tiempo! No hay más que pensar, haré lo que me dicte el corazón no la cabeza. Y el corazón me dice no te rindas, asique por una vez le haré caso. Esperemos que haya suerte…

Dudas. Dudas es lo que reina ahora en mi mente. Es que no lo logro entender que hace enfrente de mi casa ¡Y LLOVIENDO! No lo entiendo, no lo entiendo… Al igual que no sé qué va a pasar. Los nervios se apoderan de mí y no debería de ser así. Lo dejamos ¿no? Pues ya está. Pasado, pisado y todas esas cosas que se suelen decir. Madre mía, voy a darme una larga ducha para relajarme porque esto no me lleva a ninguna parte. ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡POR FAVOR NO!
De repente ha sonado el timbre de la puerta del piso de Miriam. A continuación aparece un pedazo de papel húmedo escrito con una letra particularmente peculiar. Su letra. El trocito de papel anuncia: “Aunque yo no soy ningún príncipe, quiero que mi princesa se asome a su balcón”.  Nuevamente las dudas aparecen en la cabeza de Miriam, que guiada por el corazón y no por la cabeza se va a su cuarto. Entra despacio, dando pasos lentos y seguros,  ya que sabe lo que su corazón quiere. Sin pensárselo dos veces abre su ventana. Expectante ve como Samuel está allí abajo mirándola en silencio, y cuando este se da cuenta de que ha seguido sus instrucciones empieza a decir:
Samuel: ¡Veeeeeeeenga baja! ¡Baja conmigo a caminar bajo la lluviaaaaa!
Mimi: ¿¡PERO ESTÁS LOCO O QUE?!
Samuel: ¡Estoy loco, lo admito! ¡PERO TÚ ERES LO QUE ME HACE ENLOQUECER!
Sin pensárselo dos veces, Miriam cierra la venta de su cuarto y se dirige a la entrada a buscar las llaves. ¿Lleva el móvil? No, porque se le mojaría. Luego cierra la puerta y corre escaleras abajo a encontrarse con su príncipe azul. De repente frena en seco en la puerta del portal. Dudosa abre la puerta y le ve, entonces sabe que lo hecho, hecho está y que ha tomado una decisión acertada.

Sus dos ojos se miran, y aunque les separan unos cuantos metros es lo más cerca que han estado en las últimas semanas. Ella no ha salido todavía del marco del portal, mientras que él lleva un buen rato en plena calle. La atracción se nota en el ambiente, al igual que las dudas, los nervios, las ganas, las hormonas y el amor que les une todavía. Los segundos transcurren eternos para los dos, ya que ninguno de los dos piensa en lo que están haciendo, simplemente se dejan llevar…
Por fin la chica avanza un paso y sale del pequeño marco que la resguardaba e instintivamente echa a correr hacia Samuel que la esperaba en medio de la calle. Cuando llega hasta él le abraza sacando todo lo que llevaba dentro. Samuel un poco sorprendido por esa respuesta, se deja llevar. Por fin se siente feliz y se alegra de no haberse echado para atrás porque sino esto no estaría pasando. Ahora al contrario que antes, los segundos transcurren rapidísimos, pero ahora que físicamente ya están juntos les da igual lo que pase a su alrededor. Ninguno quiere separarse del otro porque tienen miedo de volverle a perder, aunque siempre han estado unidos en la distancia porque ni un instante se han dejado de pensar. Ambos tienen la mente en blanco, ya que pensar en estos momentos no sirve de nada, lo que hay que hacer es actuar y dejarte guiar por el corazón que es lo manda en el amor. ¿La cabeza? La cabeza en estos casos es ignorada ya que solo dice lo mejor para ti, y el corazón dice lo que quieres y no siempre lo que quieres es lo mejor para ti. Siguen sin separarse pero saben que todo lo bueno tiene que acabar en algún momento. Lentamente y con miedo se van separando, muy, muy despacio como si los dos estuviesen fabricados de cristal y un movimiento brusco pudiera romperlos. Cuando se separan se quedan mirándose sin decir nada, pero a la vez se dicen todo con la mirada ya que con palabras les cuesta arrancar. La lluvia no ha dejado de caer ni un instante, ya de hecho están empapados. Pero todos les dan igual. Podría caer un trueno en el espacio que ha quedado entre ellos que no se moverían, o podría pasar un coche a toda velocidad con muchas posibilidades de atropellarles que les da igual, porque si muriesen, morirían felices está claro. Las palabras siguen sin salir porque ninguno de ellos sabe si empezar o dejar que el otro comience. Son pequeños detalles que muestran que quieren que todo salga perfecto en este encuentro de ensueño. Otra vez los minutos y segundos se hacen eternos hasta que Miriam cansada de esperar decide tomar las riendas de algo que no sabe que como acabará, y por ese simple hecho quiere averiguarlo siendo ella que tome la iniciativa.
Dudosa pero a la misma par decidida, se acerca a él que está a un par de pasos como mucho y le abraza pero de forma diferente a la de antes. Esta vez le agarrada por el cuello se pone de puntillas para ello y le abraza de una forma muy dulce. Y comienza a decir susurrándole en la oreja:
Mimi: Lo siento si sientes que te agobio con mis abrazos pero es que desde hace días que estoy desorientada. Desde que me faltas tú en mi vida no soy yo. No soy la Miriam de siempre. Me comporto de forma diferente pero solo exteriormente porque por dentro sigo siendo yo. La misma que te echa de menos, Samuel, por mucho que lo intente ocultar te echo de menos como nunca he echado de menos a alguien. Los primero días fueron de asimilación pero el resto ha sido como si me faltase el aire cuando en realidad lo que me faltaba eras tú. Lo siento también por mi bipolaridad pero es que mi cabeza y mi corazón no se ponen de acuerdo para poder continuar andando por el camino de la vida. Sé que te he hecho mucho daño, al igual que tú también me has hecho daño aunque también me has hecho sentir como una auténtica princesa, todo hay que decirlo… Pero es que ya no sé ni qué hacer con esto, Samuel. Estoy muy confundid…

De repente algo la hace enmudecer. Él la aparta sus manos de su cuello y las deja colgando, para luego instintivamente buscarlas para enlazarlas con las suyas. Sus respiraciones se cortan y muchos recuerdos de días felices les vienen a la cabeza, pero ahora hay que centrarse en el presente. Después la hace apoyar los pies sobre el cuelo para que esté más cómoda mientras que él comienza a recitar los versos de “Buenos días, princesa” de Rafa Espino mirándola a los ojos…
Samuel: Dime si habrá algo más bonito que despertar a tu lado cada día,
susurrarte que te quiero es mi particular manía
si apareces en mis sueños, me adormeces, me meces
con tus dedos, me enloqueces eres mi única alegría.
Y cada mañana pienso robarte uno de tus besos
amarrado a la razón de un corazón que late en verso,
regalarte amaneceres y placer en cada esquina
de la cama, siempre seguirá viva nuestra llama.
Eres lo mejor que tengo, lo mejor que tuve,
lo mejor que tendré en esta vida, un amor que sube
llega hasta las nubes y allí vuela, jugar a no perderte,
a abrazarte fuerte a quererte tanto que me duela,
A tu lado todo es diferente
el olor de tu perfume me enamora cuando vuelves,
pasear de la mano a tu lado hasta perderme,
decirte que te quiero, "te quiero" y así será para siempre
y se, que no puedo bajarte una estrella
pero también sé que te voy a tratar como a una de ellas,
ni te imaginas la cara de tonto que se me queda
cuando leo tus mensajes y te imagino aquí cerca
y por mucha distancia que nos separe piénsalo,
el corazón no cambia de opinión
y si te soy sincero la mejor manera de decirte que te quiero
cada día es escribiendo esta canción.
Y eres tú, la única que me hace sentir vivo,
que me enseño a querer como se quiere de verdad,
capaz de despertar las ilusiones y sentidos,
viajar a nuestros sueños de la mano hasta el final.
Eres única, la musa de mi música princesa
saldremos adelante a pesar de los problemas,
y lo que no ha separado la distancia
no lo va a separar nadie bailemos bajo la luna nuestro tema...
Miriam al escuchar la mitad de la canción comienza a llorar, y cuando Samuel se avispa de ello la suelta de las manos y la coge en brazos. Ella ha subido al cielo en un segundo, ni una montaña rusa va tan rápido como su corazón ahora mismo. Pero ella le ruega que no pare y cogida en sus brazos y apoyando su cabeza en el hombro del chico mirándole, y él continúa.
“Prefiero parar el tiempo, cambio toda una vida
por un segundo a tu lado en este cuento
mi niña, vivo de tus sonrisas y me pierde
en tu mirada, cada mañana me inunda tu recuerdo
y quiero tenerte cerca tan cerca que no respire,
en el choque de tus labios mi boca no saldrá ilesa,
a pesar de la distancia quien la sigue la consigue
déjame decirte que: buenos días mi princesa.

Hoy quiero, llevarte el desayuno hasta la cama,
que me comas a besos mi boca nunca se acaba,
amarte hasta de madrugada, mientras escalas
por mi cuerpo gastaremos el tiempo entre las sábanas.
Subir hasta la luna cada noche, quererte hasta que duela
contando las estrellas a tu lado, pensarte con los labios,
dibujar corazones con tu nombre y llevarte a mi planeta de la mano.
Júrame que me quieres, promete que me esperarás por siempre,
que todo lo que sientes será eterno,
que el miedo ya no vuelve, que sepas que nunca vas a perderme,
que tu eres niña lo mejor que tengo y que sueño
con verte en un futuro aquí a mi lado,
mariposas en el vientre miradas que se cruzaron
y acabaron de la mano sin separarse un segundo,
si tiramos la toalla será para ducharnos juntos...”


A Miriam su corazón la pide besarle, porque se merece esto y mucho más. A paso de hormiga levanta su cabeza del hombro de Samuel y le mira a la cara. Sus mariposas asesinas se han convertido en cocodrilos hambrientos dentro de su estómago. Su corazón va a mil por hora al igual que el de Samuel que tiene una ligera sospecha de lo que viene a continuación. Él tiembla, ella también. Él está eufórico por volverla a besar pero sabe que tiene que esperar unos segundos más. Unos segundos no son nada comparado a todas las semanas que ha estado soñando con este momento. Por un segundo siente como si nada de lo que ha pasado hubiera ocurrido  de verdad, como si todo hubiera sido un sueño. Aunque en realidad lo que le parece un sueño es esto, tenerla en sus brazos en medio de la calle lloviendo como llueve y a punto de besarla. Cada vez está uno más cerca del otro y más y más. Por fin sus labios se encuentran, sus lenguas se rozan y sus ganas de besarse aumentan. La pasión y las ganas se apoderan de ellos que por unos instantes son las personas más felices de la tierra…

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